El pasado viernes, a pesar de haber caido varias veces en las malas jugadas que nos hacen los quebecos haciéndonos pensar que algunos de sus eventos son prometedores, decidí comprar un boleto para ver el espectáculo anual de la escuela del circo, esperando que en esto no me quedaran mal.
El evento comenzó a las 7:30 p.m. con algunos lugares vacíos y tal parece que sólo la familia de los graduados estaba ahí, un hecho que me desanimó un poco ya que creí que iba a ser uno más de sus eventos tipo fiesta de jardín de niños, pero lo bueno es que mi opinión cambió cuando vi cómo se desenvolvía cada uno de los egresados en la pista de la Tohu, teniendo cada quien un estilo marcado y haciendo todo tipo de malabares que me hicieron sentir que en realidad estaba en un circo muy bien montado por su manejo de escenario, luces, música y la calidad de espectáculo que nos ofrecieron.
Sólo puedo decir que gracias a este espectáculo no pierdo la fe en que Montréal tiene buenos espectáculos.
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